FICHA TÉCNICA



Título obra Se acabó la diversión

Autoría Juan Carlos Gené

Dirección Gregorio Reséndiz

Elenco José Luis Vega, Tomás Esperanza

Espacios teatrales Foro de La Conchita




Cómo citar Rabell, Malkah. "Se acabó la diversión, según una canción cubana". El Día, 1988. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

El Día

Columna Se alza el telón

Se acabó la diversión, según una canción cubana

Malkah Rabell

Obra que se presenta en el pequeño teatro Foro de la Conchita, debida a un joven autor argentino, Juan Carlos Gené, pone frente a frente a dos hermanos, Caín y Abel, como hay tantos en la vida cotidiana. Aunque aquí Caín no mata a su mayor Abel, pero lo destroza psíquicamente. Ladrón, mitómano, sádico y poeta fracasado, ese Caín, que en el drama de Gené se llama Juan, trata de convencer de sus sentimientos y de sus actividades revolucionarias a su hermano Manuel, quien si es un revolucionario terriblemente sentimental. Fácilmente, con la ayuda de un libro dedicado al "poeta argentino y revolucionario" y de una gorra militar, convence a Manuel que estuvo "...allá.. .", y que luchó en el ejército de ". ..ellos". No sabernos muy bien donde es "allá" aunque sospecharnos que se trata de Cuba. Tampoco sabemos muy bien en qué ejército lucharon ambos hermanos, ni de qué Partido hacían parte. Pero suponemos que se trata del Partido Peronista así como de la lucha de ese mismo Partido, aún cuando nunca se mencionan esos detalles en la representación.

El público a veces considera sado-masoquista a Juan y Manuel. Pero más bien creo, que si Juan, el Caín de la obra es realmente sádico, el otro, el mayor, Manuel sólo es un hombre bondadoso de voluntad algo débil, como de físico igualmente poco desarrollado, a quien el otro explota y hasta roba con toda desfachatez, Juan, después de haberle jurado al mayor que una manifestación en la plaza de mayo, él entonó una canción con su propia letra, pero con música del otro, de Manuel, tres mil bocas entonaron el mismo canto, sobre todo entusiasmados por la música. Después de semejante mentira bastante visible, lo amenaza con denunciarlo por su labor revolucionaria, si no le entrega el dinero que posee.

Según explica el programa de mano: Se acabó la diversión escrita en 1969, tomó su título de una canción de Carlos Pueblo, que "iluminó en los años de visión romántica de la Cuba Revolucionaria, los sueños de izquierda no sólo de Buenos Aires sino de toda la América Latina". En este drama de un acto, dos jóvenes actores, José Luis de la Vega y Tomás Esperanza –no sabemos quien hace el papel de quien, porque el programa no lo indica– logran insuflar en esos dos personajes infinitamente difíciles de crear, una vida dramática intensa. Sobre todo el personaje antipático, el poeta fracasado, y más que fracasado de una maldad sádica, no baja de su tono intenso durante todo el transcurso de ese acto único, y los dos mantienen el interés permanente del público. Interés tan difícil de lograr con sólo dos presencias en el escenario. El director de escena, igualmente joven, Gregorio Rosendiz, parece formar con sus dos intérpretes un triángulo sólido y definido. No es posible imaginar en su perfección dramática a esos dos intérpretes sin la presencia del director, sin su mano firme y su idea clara acerca de toda la marcha del drama.

La obra de Juan Carlos Gené mantiene en tensión, en un especie de temblor interno, al espectador durante todo el transcurso de esa lucha fraticida, y merece ser vista hasta por un público más amplio. Pero mientras su nombre llegue a un auditorio mayoritario, en el programa de mano el triángulo actor-director, apunta: "Nuestro agradecimiento a Olga Martha Dávila por ofrecer a público y actores este espacio mágico". Se trata de espacio de ese pequeño teatro realizado con los modestos esfuerzos de la actriz Olga Martha Dávila, el teatro al cual recurren cada vez más teatristas: El Foro de la Conchita.